Trastornos de la Conducta Alimentaria

Los Trastornos de Conducta Alimentaria durante el confinamiento

28 de Junio, 2020 Elena Cruz

Es muy probable que, durante el confinamiento por el Covid-19, hayamos experimentado sentimientos como la incertidumbre por la duración y el impacto económico que conlleva, miedo por el estado de salud propio o de las personas queridas, soledad debido al aislamiento social, estrés al intentar adaptarnos a todos los cambios laborales y sociales derivados, ansiedad al experimentar cierto descontrol en todas las áreas de nuestras vidas… Convivir con tantos sentimientos, en una situación desconocida y donde se limitan muchos de los recursos, dificulta poder gestionar adecuadamente nuestras emociones. Este malestar ha podido favorecer el incremento de algunas patologías mentales o, para algunas personas, ha podido suponer una reagudización de la sintomatología.

 

Pese a no disponer de datos epidemiológicos en España actualmente, parece haber consenso entre los profesionales sanitarios respecto al impacto psicológico del Covid-19: se ha incrementado el desarrollo de trastornos mentales, entre los cuales encontramos los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Concretamente en los TCA, una de las hipótesis que se plantean es que sumado a los efectos estresores del Covid-19, se ha dado una mayor presencia de algunos factores de riesgo para el desarrollo de esta patología, como la ansiedad y la depresión (Mateo, 2011) o el aislamiento social (Delgado y Jáuregui, 2016), entre otros.

 

Diversas instituciones como Cesasin o la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia, confirman en el artículo de La Razón un incremento de personas afectadas por TCA durante el confinamiento, ya que se han incrementado notoriamente el número de consultas y de ingresos hospitalarios durante este período. Aseguran que, para las personas afectadas por un trastorno alimentario, esta situación ha podido ser especialmente compleja. El hecho de confinarnos en nuestros hogares y retirarnos de toda actividad social, ha significado para estas personas el tener que reorganizar su comportamiento alimentario:

  • Al comer en presencia de más personas, experimentaban mayor irritabilidad debido a la dificultad de realizar conductas propias de los TCA (como reducción de las ingestas, una alimentación selectiva o conductas purgativas), utilizadas para reducir el miedo a engordar o como intento de gestionar sus emociones negativas. En aquellos casos en que había una ausencia de supervisión o acompañamiento durante las ingestas, ha supuesto el incremento de estas conductas.
  • Reducir la actividad física también ha generado malestar para estas personas, por no disponer del material o de los espacios apropiados para realizarlas, o por la presencia de personas que cuestionen o dificulten su realización. Aunque también ha podido haber un incremento de la actividad física (en personas carentes de compañía en la convivencia) como intento de generar “sensación de control ante la situación”.
  • La mayor presencia de los miembros en el hogar ha permitido detectar toda esta sintomatología. Esto ha podido generar mayor inestabilidad en las familias por no disponer de herramientas.

Durante el período de confinamiento, se han observado diversos “retos” promocionados a través de las redes sociales, relacionados con la alimentación y la actividad física. Estos retos han conseguido crear la percepción de mantenernos vinculados a nuestra sociedad, reduciendo así el miedo a la soledad pese al confinamiento, pero también han podido generar una mayor obsesividad (en la población de riesgo para los TCA) en cuanto al miedo engordar, la figura corporal y la alimentación. A pesar de venderse inicialmente como un entretenimiento frente al estrés y como una oportunidad para promover “autocuidados”, la realidad es que nos hemos encontrado ante cierta escasez de alimentos debido a compras desmesuradas de los mismos y a personas dominadas por el temor a no poder nutrirse adecuadamente, por lo que ha generado mayor ansiedad ante la incertidumbre y nuestro organismo ha reaccionado generando un aumento de nuestras reservas energéticas para situaciones de emergencia.

 

La implementación estricta de estos nuevos hábitos ha podido intensificar el malestar de algunas personas, favoreciendo incluso la aparición de sintomatología de diversas enfermedades mentales. Aunque las medidas restrictivas hayan disminuido, no debemos olvidar que esta “nueva normalidad” nos exige cambios en nuestras prioridades o hábitos que tendrán un impacto sobre nuestras vidas durante un incierto período de tiempo, por lo que es de vital importancia aprender a cuidar nuestra salud física y mental.

 

Referencias

Delgado, A. F., & Jáuregui-Lobera, I. (2016). Variables psicológicas y psicopatológicas asociadas a los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Journal of Negative and No Positive Results: JONNPR, 1(2), 71-80. New York: Guilford Press.

Lara, A. (14 de junio de 2020). Para las personas con trastornos alimentarios, el confinamiento puede haber sido un infierno. La razón. Recuperado de https://www.larazon.es/hemeroteca/20200612/2/

Mateo, C. M. (2011). Factores de riesgo o vulnerabilidad asociados a los trastornos de la conducta alimentaria. Infocop Online.

Psicóloga especializada en Trastornos de la Conducta Alimentaria y la Obesidad de Cesasin Avenir

 

Graduada en Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Máster en Intervención Psicológica en TCA y Obesidad de la Universida dde Barcelona e Ita.

Actualmente realizando el Máster en Psicología General Sanitaria de la UNIR.

Curso de Primeros Auxilios Psicológicos a través de Coursera