Desde la Organización Mundial de la Salud (2018) se estima que la depresión afecta a 300 millones de personas en el mundo, considerándose un trastorno mental frecuente. España es el cuarto país de Europa con más casos de depresión, llegando a afectar a más de 2 millones de personas (OMS, 2018).
Los síntomas depresivos crean una sensación desagradable para quien los padece. Según el Manual Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), para el diagnóstico de depresión, la persona debe experimentar cinco o más de los siguientes síntomas durante el período depresivo (2 semanas):
- Estado de ánimo depresivo la mayor parte de día.
- Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes.
- Pérdida o aumento de peso.
- Insomnio o hipersomnia.
- Problemas de concentración.
- Sentimiento de culpabilidad.
- Pensamientos suicidas.
- Agitación o retraso psicomotor.
- Fatiga o pérdida de energía.
Tratamiento
Existen numerosos tratamientos eficaces para la depresión, combinando tratamiento psicológico y psiquiátrico. Aunque en los casos menos graves no es siempre necesaria la administración de psicofármacos, en los casos más graves, sí se aconseja durante un período de tiempo determinado. Podemos clasificar los antidepresivos en:
- Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): Prozac (fluoxetina), Celexa (citalopram) y Paxil (paroxetina).
- Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN): Effexor (venlafaxina) y Cymbalta (duloxetina).
- Antidepresivos tricíclicos (ATC): Elavil (amitriptilina), Tofranil (imipramina) y Pamelor (nortriptilina).
- Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO): Nardil (fenelzina) y Parnate (tranilcipromina)
Los tratamientos psicológicos tradicionales focalizados a la depresión, se centran en la activación conductual y la Terapia cognitivo-conductual, entre otras. Aunque existen numerosos tratamientos para la depresión, podemos citar algunas estrategias comunes que utilizamos en psicoterapia cuando nos encontramos ante un cuadro depresivo:
- Intervenir sobre las ideas y los patrones conductuales: Utilizar herramientas que nos permiten trabajar en la manera en la que el paciente percibe e interpreta la realidad, como su modo de actuar con el entorno y con los demás.
- Activación conductual: Las personas con depresión suelen llevar una dinámica pasiva y hábitos de vida sedentarios. Nuestra labor es exponer al paciente a situaciones estimulantes para generarle interés y motivación al cambio.
- Intervención familiar y círculo cercano: Por mucho que el paciente haya abandonado la niñez hace años, el papel de sus seres queridos es muy importante en el tratamiento, entre otras cosas porque el trastorno hace que pierda autonomía.
- Intervención sobre psicopatología asociada: Los trastornos de ansiedad son uno de los cuadros más comunes que se solapan junto a la sintomatología depresiva.
Además de los tratamientos tradicionales, hoy en día podemos contar con herramientas o tratamientos de las Terapias de Tercera Generación. Estas terapias están validadas científicamente y se muestran eficaces para pacientes que presentan sintomatología depresiva, especialmente la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (MBCT) de Zindel Segal, Mark Williams y John Teasdale. Este tratamiento, es el resultado de combinar técnicas básicas de Mindfulness (scanner corporal, estiramientos, algunos ejercicios de yoga, respiración, etc.) con las habilidades prácticas de la Terapia Cognitiva. El objetivo que se persigue es interrumpir patrones de pensamiento que conducen a estados depresivos, además de que el paciente tome conciencia de ellos.
El trabajo en esta línea permite que el paciente:
- Se centrare en el aquí y el ahora.
- Mejore la concentración.
- Tome distancia de los pensamientos.
- Fomente la autocompasión hacia una mismo.
- Mejore su autoconocimiento.
Conclusión
La depresión es un trastorno complejo en su manera de expresarse en los pacientes, aunque en todos ellos se ve una afección de su capacidad funcional. El tratamiento psicológico puede ayudar a combatir el deterioro de la calidad de vida de las personas que sufren depresión.