Mi hijo tiene problemas de conducta
Si ha observado que su hijo tiene problemas de conducta, es probable que se identifique con uno de los siguientes grupos:
Predominio de la falta de atención y control de los impulsos
Es lógico que un niño de 3 o 4 años nos resulte agotador al final de día, pero a medida que va creciendo, esta sensación debería ir disminuyen. Se entretiene más con el juego y va siendo más autónomo en las actividades diarias. Pero cuando hay falta de atención, los padres tienen que estar continuamente insistiendo en que acabe las tareas, se vista, desayune,… parece “estar en su mundo”, “no escucha”. Es frecuente que sea olvidadizo, desordenado y a menudo, pierda cosas. Puede también ser muy movido. Le cuesta estar sentado para hacer una actividad, interrumpe a los demás, es ruidoso, actúa de forma precipitada.
Predominio de conductas disociales.
En niños pequeños está dentro de lo normal que reaccionen con rabietas cuando no consiguen lo que quieren. Pasan por la etapa de decir “no” a todo y/o muestran cierto grado de agresividad que hay que ir corrigiendo. Si estos comportamientos continúan en edades posteriores, es un síntoma de alarma. En las entrevistas con la escuela, suele ser un tema constante los problemas de relación con los compañeros e incluso con profesores. No suelen asumir su responsabilidad, la culpa siempre es de los demás. Aparecen las mentiras y las peleas.
En ambas situaciones, es importante consultar con especialistas en salud mental infantojuvenil. Las causas pueden ser muy diversas. Cuando un niño no se siente bien a nivel emocional, le es difícil explicar con palabras lo que le ocurre. Por una cuestión de madurez, no tiene aún la capacidad para hacerlo. Es por ello, que problemas emocionales (miedo, ansiedad, soledad, celos, estrés, etc.) se manifiestan como comportamientos inadecuados. Somos los adultos los que debemos ver más allá de las etiquetas de “niño travieso” o “niño desastre”.